(155) Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino.
Tus pies ya están firmemente asentados en el camino que conduce al mundo hacia Dios. No busques otros caminos que puedan llevarte a otro lugar. Los sueños no son guías dignos de ti que eres el Hijo de Dios.
(156) Camino con Dios en perfecta santidad.
Así es como opera la salvación. Al tú hacerte a un lado, la luz que refulge en ti da un paso adelante y envuelve al mundo. No proclama que el castigo y la muerte vayan a ser el final del pecado. Éste desaparecerá entre jolgorios y risas, pues se reconocerá su extraña absurdidad.