(159) Doy los milagros que he recibido.
La visión de Cristo es el milagro del que emanan todos los demás milagros. Es su fuente, y aunque permanece con cada milagro que das, sigue siendo tuya.
(160) Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.
La certeza de Dios es suficiente. A aquel a quien Él reconoce como Su Hijo le corresponde estar allí donde Él ubicó a Su Hijo para siempre. Él ha contestado tu pregunta: “¿Quién es el extraño?” Oye Su Voz asegurarte, con serenidad y certeza, que no eres un extraño para tu Padre, ni tu Creador se ha vuelto un extraño para ti. Aquel a quien Dios se ha unido es eternamente uno, pues en Él está en su hogar y no es un extraño para sí mismo.