1. Tal vez aún no esté
completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas
estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. 2Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. 3Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. 4Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos.
2. Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para contemplar el milagro en lugar de ellos. 2Invertiremos tu manera de ver al no dejar que tu mirada se detenga antes de que veas. 3No
esperaremos frente al escudo de odio, sino que lo dejaremos caer y,
suavemente, alzaremos los ojos en silencio para contemplar al Hijo de
Dios.
3. Él te espera tras todos
tus resentimientos, y a medida que dejas éstos a un lado, él aparecerá
radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. 2Pues
cada resentimiento constituye un obstáculo a la visión, mas según se
elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde siempre ha estado. 3Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. 4Cada resentimiento hacía que las tinieblas fuesen aún más tenebrosas, lo cual te impedía ver.
4. Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. 2No nos haremos los ciegos para no verlo; no vamos a contemplar nuestros resentimientos. 3Así es como se invierte la manera de ver del mundo, al nosotros dirigir nuestra mirada hacia la verdad y apartarla del miedo. 4Seleccionaremos a alguien que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, lo contemplaremos. 5Quizá
es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar,
pero que te hizo enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en
ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente,
irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de
acuerdo con el papel que le asignaste.
5. Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. 2En él es en quien pedimos que se te muestre el Hijo de Dios. 3Al
contemplarlo sin los resentimientos que has abrigado en su contra,
descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías se encuentra
en todo el mundo y se puede ver. 4El que era
un enemigo es más que un amigo cuando está en libertad de asumir el
santo papel que el Espíritu Santo le ha asignado. 5Deja que él sea hoy tu salvador. 6Tal es su función en el plan de Dios, tu Padre.
6. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy lo veremos asumiendo ese papel. 2Pero primero intenta mantener su imagen en tu mente tal como lo ves ahora. 3Pasa
revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al
dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes
y pequeños que te ha ocasionado. 4Contempla
las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y
piensa en sus errores e incluso en sus “pecados”.
7. Pidámosle entonces a
Aquel que conoce la realidad y la verdad de este Hijo de Dios, que
podamos contemplarlo de otra manera y ver a nuestro salvador
resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se nos ha concedido. 2En el santo Nombre de Dios y en el de Su Hijo, que es tan santo como Él, le pedimos:
3Quiero contemplar a mi
salvador en éste a quien Tú has designado como aquel al que debo pedir
que me guíe hasta la santa luz en la que él se encuentra, de modo que
pueda unirme a él.
4Los ojos del cuerpo están
cerrados, y mientras piensas en aquel que te agravió, deja que a tu
mente se le muestre la luz que brilla en él más allá de tus
resentimientos.
8. Lo que has pedido no se te puede negar. 2Tu salvador ha estado esperando esto hace mucho tiempo. 3Él quiere ser libre y hacer que su libertad sea también la tuya. 4El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. 5Y lo que ves a través de Él os liberará a ambos. 6Mantente muy quedo ahora y contempla a tu radiante salvador. 7Ningún sombrío resentimiento nubla la visión que tienes de él. 8Le
has permitido al Espíritu Santo expresar a través de ese hermano el
papel que Dios le asignó a Él para que tú te pudieras salvar.
9. Dios te da las gracias
por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes para
ver en su lugar el milagro de amor que el Espíritu Santo te muestra. 2Tanto
el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues ni uno solo de los
Pensamientos de Dios puede por menos que regocijarse por tu salvación y
por la del mundo entero junto contigo.
10. Recordaremos esto a lo
largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte
del plan de Dios para la salvación y no del nuestro. 2La
tentación desaparece cuando permitimos que todo aquel que se cruza en
nuestro camino sea nuestro salvador, rehusándonos a ocultar su luz tras
la pantalla de nuestros resentimientos. 3Permite
que todo aquel con quien te encuentres, o en quien pienses o recuerdes
del pasado, asuma el papel de salvador, de manera que lo puedas
compartir con él. 4Por ti y por él, así como por todos los que no ven, rogamos:
5iQue los milagros reemplacen todos mis resentimientos!